Nuestro patrón de sueño afecta grandemente nuestra salud. Por ejemplo, perder el sueño siempre ha sido perjudicial para nuestra salud. La larga noche en el sofá, donde nuestro gusto por lo dulce nos atrae hacia nuestro alijo de dulces, tampoco es exactamente saludable.
Sin embargo, recientemente se ha hecho evidente que no son solo los bocadillos de la noche, lo que está afectando nuestras caderas. La falta de sueño puede alterar nuestro metabolismo, de tal manera que el cuerpo almacena la grasa más fácilmente. Esta es la conclusión de un estudio reciente de la Universidad de Uppsala en Suecia, que se publicó en el Journal Science Advances.
Más importante de lo que uno podría pensar
En el transcurso del experimento, a 15 personas se les examinó la sangre, la grasa y el tejido muscular dos veces. El primer examen se realizó después de una noche regular de sueño, mientras que el segundo examen se realizó después de una noche de permanecer despierto.
Los tres efectos secundarios de la falta de sueño fueron especialmente medibles:
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El tejido graso en el cuerpo tenía una mayor capacidad para retener la grasa, incluso crecer.
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El cuerpo produjo menos cantidades de proteínas estructurales, necesarias para mantener y construir fibras musculares.
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Aumentar la inflamación en el cuerpo; Aumentar el riesgo de diabetes tipo 2.
Jonathan Cedernaes, uno de los científicos detrás del estudio, dice que los resultados subrayan la función insustituible del sueño. “Dormir no es solo recuperar energía. Tiene muchas funciones ”, dice.
Un círculo vicioso
El experimento no solo destaca la importancia del sueño, sino que también se basa en la conclusión de un estudio de otros 28 estudios diferentes realizados en 2017 en el que las personas que trabajaban en turnos nocturnos tenían un 29% más de obesidad; en comparación con sus colegas que rotaban entre turnos diurnos y nocturnos.
Los resultados del experimento sueco también subrayan el riesgo de verse envueltos en un círculo vicioso. Debido a que la falta de sueño aumenta el riesgo de obesidad, y la obesidad aumenta el riesgo de apnea del sueño, que a su vez causa la interrupción del sueño. De este modo, uno puede condicionar la exacerbación del otro.
Una dieta saludable y el ejercicio podrían combatir la espiral descendente, dice Jonathan Cedernaes. Sin embargo, todavía es necesario realizar más investigaciones en el área, antes de que podamos decir con seguridad si la falta de sueño continúa teniendo el mismo efecto en el cuerpo durante un período prolongado de tiempo.
