La enfermedad por hígado graso no alcohólico es una enfermedad hepática crónica, no debida al abuso del alcohol, sino consecuencia, frecuentemente, de trastornos metabólicos. Muchas de las personas que padecen sobrepeso y/o diabetes tipo 2, padecen también enfermedad por hígado graso. que significa que el hígado contiene más de un 5% de grasa. Es un estado reversible, lo que significa que se puede curar con el tratamiento adecuado. Sin tratamiento, la enfermedad puede evolucionar a inflamación del hígado graso (esteatohepatitis) y, posteriormente, a la formación de tejido cicatricial (cirrosis), que no tiene curación. Por lo que es importante comenzar el tratamiento cuando existe “solo” un aumento de la acumulación de grasa.
El problema es que la enfermedad rara vez muestra ningún síntoma, y, por tanto, pocas personas saben que padecen la enfermedad por hígado graso no alcohólico. La mayoría de las personas que sufren de obesidad y diabetes tipo 2 tienen hígado graso, por lo que deben ser especialmente conscientes de que, sin el tratamiento adecuado, corren el riesgo de que la enfermedad evolucione a una enfermedad hepática incurable e irreversible, que presenta síntomas complicados.
En el tratamiento del hígado graso es fundamental la pérdida de peso, por lo que la dieta juega un papel importante para los pacientes. Es importante consumir alimentos que ayuden a combatir el daño celular, aumentar la respuesta del cuerpo a la insulina y reducir la inflamación. A menudo es difícil reestructurar por completo la dieta para seguir un régimen de adelgazamiento, ya que esto a menudo resulta en una pérdida de peso no duradera. Por tanto, lo aconsejable es tratar de modificar la dieta habitual, disminuyendo la ingesta diaria de calorías, e incluyendo en la dieta algunos de los alimentos realmente nutritivos y saludables.
Buenos consejos para pacientes con enfermedad por hígado graso:
La dieta mediterránea
La composición de la dieta mediterránea a menudo suele ser saludable también para personas con enfermedad por hígado graso, ya que reduce la cantidad de grasa acumulada en el hígado. Esta dieta está compuesta, fundamentalmente, por ácidos grasos saludables, proteínas y carbohidratos complejos. Incluye alimentos como pescado, verduras, frutas, cereales integrales, frutos secos y aceite de oliva.
Ácidos grasos saludables
Las células del cuerpo por lo general utilizan la glucosa (azúcar) para producir energía. El azúcar se recoge de la sangre con ayuda de la hormona insulina. Los diabéticos tipo 2 tienen células que no responden a la insulina, es decir, son resistentes a la insulina, lo que hace que absorban menos azúcar. Esto provoca altos niveles de azúcar en sangre.
La absorción de azúcar en las células hepáticas no depende de la insulina, por lo que recibirán altas concentraciones de azúcar a través de la sangre cuando el resto de las células del cuerpo no absorben el azúcar. Las células hepáticas convierten el azúcar en grasa, que queda acumulada en dichas células.
Determinados ácidos grasos pueden ayudar a incrementar la sensibilidad de las células a la insulina y, como consecuencia, la absorción de azúcar, lo que supone una disminución de la acumulación de grasa en el hígado. Son, entre otros, los siguientes:
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Ácidos grasos Omega-3: se encuentran, fundamentalmente, en pescados grasos (como el salmón), aceite de pescado, aceites vegetales, frutos secos (especialmente las nueces), la linaza y el aceite de semilla de lino, y las verduras verdes. Estos ácidos grasos pueden reducir el daño hepático y la inflamación del hígado.
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Ácidos grasos monoinsaturados: se encuentran, fundamentalmente, en el aguacate, las aceitunas y los frutos secos.
Por el contrario, deberán evitarse los ácidos grasos saturados, que se encuentran, sobre todo, en la carne y los productos lácteos. También deberán evitarse los alimentos fritos.
Antioxidantes
Es importante evitar daños en las células hepáticas, ya que esto puede resultar en una mayor acumulación de grasa en el hígado. Las frutas (especialmente las bayas), las verduras y otros alimentos ricos en antioxidantes, pueden proteger contra el daño celular. La vitamina E es un antioxidante, y algunos estudios han demostrado que ayuda a combatir el hígado graso en pacientes no diabéticos que padecen esta enfermedad, combinado, en su caso, con vitamina C y con fármacos para reducir el colesterol. Los frutos secos, las semillas de girasol y los aceites vegetales son productos ricos en vitamina E.
Otros alimentos que contienen antioxidantes, y que se cree que reducen los daños hepáticos son el café, el ajo crudo, el té verde y las bayas de goji.
Antes de comenzar a tomar suplementos alimenticios, es importante que consulte con su médico, ya que ello puede ser importante para su tratamiento.
Hidratos de carbono
Los hidratos de carbono simples pueden aumentar los depósitos de grasa en el hígado, mientras que los complejos son saludables para el hígado.
Los carbohidratos simples se encuentran principalmente en caramelos, refrescos y otros productos dulces, alimentos cuyo consumo deberá reducir o evitar por completo. En su lugar se recomienda el consumo de alimentos naturalmente dulces como frutas, dátiles o miel.
Los hidratos de carbono complejos son ricos en fibra, y, normalmente, se tarda más tiempo en digerirlos. Por lo que se dice que tienen un índice glucémico bajo. Mediante la ingesta de hidratos de carbono complejos aumenta el azúcar en la sangre de forma lenta, pero de forma más estable, lo que contribuye a tener una mayor sensibilidad a la insulina y a mantener unos niveles de colesterol más bajos. Para ello se recomiendan alimentos como cereales integrales, vegetales con almidón, frijoles y lentejas.
Otros elementos importantes de la dieta
Un nivel bajo de vitamina D se asocia con un daño hepático más grave. La vitamina D se produce en la piel cuando esta se expone a la luz solar, pero, además, los productos lácteos son una fuente rica en vitamina D. Eso sí, deberán consumirse productos lácteos bajos en grasa, ya que los ácidos grasos saturados son poco saludables para el hígado.
Asimismo, también es importante incluir el potasio necesario en la dieta; este elemento se encuentra especialmente en pescados grasos como el salmón, verduras como el brócoli, los guisantes y la patata dulce, frutas como el plátano y el kiwi, y también en la leche y el yogur.
Alcohol
El alcohol daña el hígado de muchas maneras, incluyendo el aumento de la acumulación de grasa en las células hepáticas. Por tanto, es importante evitar el alcohol totalmente.
Fuentes: