¿Qué es el cáncer hepático?
El cáncer hepático se caracteriza por un crecimiento incontrolado de células anormales que se encuentran del hígado En las células ocurren cambios en los genes dentro del núcleo celular, que resultan en células con una división celular regulada de manera anormal. Estas células anormales no se reciclan en células sanas, sino que se dividen inusualmente deprisa, creando así un tumor de células anormales en el hígado.
Los tumores que no se extienden desde su lugar de origen se llaman tumores benignos. Los tumores malignos son un tipo diferente y son muchos más graves y peligrosos que los benignos. Los tumores malignos se pueden extender a otras partes del cuerpo. Esta extensión suele realizarse por la sangre o el sistema linfático, y los tumores recién creados se llaman metástasis. Cuando las células cancerosas empiezan a extenderse desde su lugar de origen, el cáncer se vuelve mucho más difícil de tratar.
El «cáncer hepático primario» es poco frecuente y este tipo solo incluye los casos que comienzan en el hígado. El cáncer hepático suele ser un resultado de un tumor maligno situado en otro órgano del cuerpo que se ha extendido hasta el hígado y formado metástasis. Esta enfermedad se llama «cáncer hepático secundario». Estas células cancerosas que crean la metástasis suelen originarse en tumores malignos en el colón o recto.
¿Cuáles son los síntomas del cáncer hepático?
Algunos de los síntomas del cáncer hepático son:
- Fatiga
- Debilidad
- Sudores nocturnos
- Piel de gallina
- Ligera fiebre
- Dolor en la parte superior del abdomen
- Pérdida de apetito
- Pérdida de peso
- Ictericia
Si un paciente tiene un cáncer hepático secundario, puede haber síntomas adicionales en la zona donde se encuentra el tumor maligno primario.
¿Qué causa el cáncer hepático?
El cáncer hepático primario suele ser del tipo llamado «carcinoma hepatocelular» y suele ser el resultado de la cirrosis hepática. La cirrosis hepática puede estar causada por una infección viral con el virus de la hepatitis A-E, pero otras enfermedades, así como un abuso excesivo de alcohol y varios factores ambientales también pueden causar cirrosis hepática. El cáncer secundario está causado por la extensión de las células cancerosas de un órgano distinto del cuerpo, como el colón, el recto, el pecho o el estómago.
¿Cómo se diagnostica el cáncer hepático?
Si se sospecha que existe cáncer hepático, los médicos pueden realizar muchas pruebas en un hospital. Algunas de estas pruebas son análisis de sangre, ecografías y escáneres por TAC/RM. En casos aislados, los médicos toman una muestra de tejido del hígado para determinar si es cáncer o no y, en caso afirmativo, de qué tipo es.
Si se sospecha que existe un cáncer en los conductos biliares, es conveniente realizar un estudio llamado «ERCP», en el que se pasa un tubo con colorante hasta el duodeno por la boca. El colorante se inyecta en los conductos biliares y luego estos se iluminan con rayos X. Así, es posible ver si el daño de la vesícula biliar está causado por un tumor o no.
¿Cómo se trata el cáncer hepático?
El tratamiento puede variar según la localización, la dificultad y el tipo de cáncer. La forma poco común de cáncer hepático, el carcinoma hepatocelular, no se puede tratar con quimioterapia. Sin embargo, la quimioterapia puede prolongar la vida en el caso del cáncer en los conductos biliares. Si el cáncer no se ha extendido y solo se encuentra en el hígado, es conveniente usar un método llamado «quimioembolización». En esta técnica la quimioterapia se inyecta directamente en los flujos de sangre del hígado.
A veces, no se pueden operar todos los tumores del hígado, pues es un órgano muy frágil. En tales casos se opta por alternativas como inyecciones de alcohol en el hígado para detener el desarrollo del cáncer. En casos poco comunes, un trasplante de hígado es la única manera de tratar al paciente. Para prevenir la enfermedad o evitar que empeore, se recomienda dejar de consumir alcohol.
